viernes, 8 de marzo de 2013

Cinco lamentos finales.

Me permito reproducir un interesante libro escrito por Bronnie Ware. Ella se pasó muchos años trabajando en cuidados paliativos atendiendo a enfermos terminales en sus últimas 12 semanas de vida.
Le impactó tanto escuchar repetidamente los mismos lamentos de los enfermos antes de su muerte que lo plasmó en un libro titulado "Los cinco mejores lamentos de los que van a morir".
Lo interesante de estos lamentos es que ninguno es en referencia al sexo, tampoco es referente al no haber tenido experiencias exóticas y vibrantes.

Según Ware, la gente que está cerca de la muerte habla con mucha claridad y una visión espectacular y dice que deberíamos aprender de toda su sabiduría. Cuando ella les preguntaba de que se arrepentían o que hubieran hecho diferente, la gente casi siempre repetía lo mismo.

Aquí las cinco respuestas que más se repitieron:

1.- Ojalá hubiera vivido a mi manera.
La mayoría se quejó de no haber tenido el coraje de vivir una vida fiel a si mismos y no vivir a expensas de lo que los demás esperaban de ellos.
Todos relataron que al mirar hacia atrás veían todos los sueños que dejaron sin realizar y no lo hicieron por decisiones que tomaron durante su vida.

2.- Ojalá no hubiera trabajado tan duro.
Esta frase era particularmente repetida por pacientes masculinos. Casi todos los hombres se quejaron de haber dado más importancia al trabajo que a la familia. todos sufrían por haberse perdido la infancia y juventud de sus hijos y lamentaban no haber dedicado más tiempo a la compañía de su pareja.
Todos se quejaban de haber malgastado tanto sus vidas, se quejaban de que muy tarde comprendieron que no se debe basar la existencia en el trabajo.

3.- Ojalá hubiera tenido el coraje de expresar mis sentimientos.
Los enfermos se quejaban de no haber expresado sus sentimientos y haber renunciado a sus sueños por el bien de los demás. Dijeron que siempre ocultaron sus sentimientos por la paz de su entorno y por eso calificaban su existencia como mediocre. 

4.- Ojalá hubiera mantenido el contacto con mis amigos.
 Casi todos se acordaban de sus viejos amigos y recordaban con pesar los mejores momentos vividos a su lado, lamentando no haber sido capaces de mantener esa amistad con el paso de los años.
Dice, he sido testigo de la profunda pena y arrepentimiento que esto ocasionó a los pacientes, les atormentaba no haber dedicado a sus verdaderos amigos el tiempo y esfuerzo que merecían.

5.- No he sabido ser feliz.
Esta es otra revelación sorprendente, muchos pacientes no se dan cuenta hasta el final de sus vidas que la felicidad es una elección.

Estas revelaciones me llevan a pensar que estamos en el momento preciso de cambiar. No permitamos que el miedo a ese cambio nos paralice y nos lleve a tener una vida mediocre. La solución la tenemos nosotros, dejemos el miedo a un lado, dejemos de auto engañarnos con el "yo soy muy feliz", cuando todo en nuestra vida o se está derrumbando o simplemente todo nos parece gris y no tenemos emoción por nada importante y por el contrario canalizamos nuestra frustración a cosas banales, a la ansiedad por la acumulación de riqueza y de cosas superfluas.

Saludos.

Elsa y Pedro.

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